TDAH

Desde muy temprana edad me he sentido diferente. Empecé a tocar el violín con apenas cinco años y, desde entonces, no he dejado de estudiar ni de trabajar como músico, un camino que me ha conducido a alcanzar hitos importantes: ser concertino asociado en la Orquesta de la Radio de Colonia o superar a más de 300 aspirantes para obtener una plaza en la Qatar Philharmonic Orchestra. Logros que, vistos desde fuera, podrían parecer un sueño. Sin embargo, mi vida interior ha estado marcada por una constante sensación de dificultad: problemas para organizarme, complicaciones en las relaciones sociales y un estudio condicionado por mi dificultad para procesar y retener la información.

En 2015 decidí pedir ayuda profesional. Durante casi una década consulté a más de tres especialistas, hasta que finalmente, a principios de 2025, recibí un diagnóstico: TDAH combinado. En ese instante todo cobró sentido. Comprendí que mi manera de pensar, la planificación, el autocontrol y la atención alteradas no eran simples «fallos» personales, sino características propias de esta condición.

Desde mis primeros años de formación musical, tareas como concentrarme durante largas horas, preparar exámenes o mantener un orden de estudio coherente me exigieron un esfuerzo sobrehumano. Lo que para otros podía parecer sencillo, para mí significaba desplegar estrategias personales y una constancia poco común. Estas dificultades, lejos de detenerme, me llevaron a transformar la inquietud en energía creativa y a buscar en mi entorno los apoyos necesarios para crecer como intérprete.

En el ámbito profesional, el TDAH continúa siendo un compañero de viaje. Los retos de planificación, memoria de trabajo y gestión de impulsos forman parte de mi día a día. Al mismo tiempo, la música me ofrece un cauce para canalizar la pasión, la sensibilidad y la entrega que siempre han definido mi manera de estar en el mundo. Se me ha reconocido por un sonido particularmente bello y por una sensibilidad especial, cualidades que, lejos de verse limitadas por mi condición, parecen estar íntimamente ligadas a ella. No es casual: muchos artistas y músicos también conviven con el TDAH, pues ser músico requiere una sensibilidad única, capaz de despertar emociones y resonancias profundas en quienes escuchan.

Comparto mi historia con el deseo de dar visibilidad a este trastorno, para motivar la consciencia y comprensión en la gente para que ningún niño con esta condición sufra rechazo, para tender la mano a otras personas con este trastorno y, al mismo tiempo, seguir aprendiendo de ellas. Creo que el TDAH, lejos de ser únicamente un reto, también puede abrir caminos de creatividad, empatía y humanidad que enriquecerían la vida de todos.